Sí. Blasfemo misteriosamente, y sí, en ocasiones me pinto las uñas de los pies de rosa furcia, cuando nadie me ve. Y escucho voces, y toco la bocina a los peatones para que corran, y no como con cuchara. Y lloro muy pocas veces.
De vez en cuando me gusta el silencio y la textura de la corteza de los árboles. Y recordar. Y temo el futuro, incluso a veces el presente. No sé hablar y no me sé explicar.
Me gusta interpretar algo sólo mío de las películas y pensar que Mario escribió pensando en lo que yo sentía. Y guardarme algún secreto. Y sentir.
Me gusta la orilla de la playa en invierno y pensar que todo puede ser real.
Y mientras los siete soles alumbren sólo la mitad de la calle, yo seguiré paseando por la sombra.
domingo, 27 de diciembre de 2009
miércoles, 16 de diciembre de 2009
Ixilean
Ixilean, muga barik.
Mototsa mozkindu mozkor zauden bitartean.
Itsasorratzik gabe itsu geratu
itxaropena itxaroten.
Gerrikoa gerturatu eta
gertaeraren geldiera.
Irrifarrea, negarra...
Ixilean, neure itzala piztu eta
izaera aurkitu nuen.
Mototsa mozkindu mozkor zauden bitartean.
Itsasorratzik gabe itsu geratu
itxaropena itxaroten.
Gerrikoa gerturatu eta
gertaeraren geldiera.
Irrifarrea, negarra...
Ixilean, neure itzala piztu eta
izaera aurkitu nuen.
jueves, 10 de diciembre de 2009
Tres palabras
Una palabra salió de sus ojos y otra de sus manos. Ambas se sentaron a su lado sín otro plan que esperar a que su boca decidiera soltar la palabra que faltaba por salir.
Esperaron recuerdos, esperaron llamadas, ilusiones, esperanzas y trabajo.
El presente apareció e increpó a la boca: "¡Suéltala! ¡Déjala libre!"
La boca negó.
Al rato, llegó el futuro e insistió también en la liberación de la tercera palabra: "Si las manos y los ojos las han soltado ¿por qué no hacerlo tú?"
La boca volvió a negar.
El pasado asomó su cabeza de detrás de la columna en la que había estado escondido durante todo ese rato, se acercó a la boca y la cosió. Después se giró hacia donde estaban las otras dos palabras y pegándoles una patada les preguntó: "¿Es que vosotras nunca aprendéis?"
Las palabras liberadas por los ojos y las manos se fueron abrazadas calle abajo, mientras la boca se quedaba cosida por el pasado.
Esperaron recuerdos, esperaron llamadas, ilusiones, esperanzas y trabajo.
El presente apareció e increpó a la boca: "¡Suéltala! ¡Déjala libre!"
La boca negó.
Al rato, llegó el futuro e insistió también en la liberación de la tercera palabra: "Si las manos y los ojos las han soltado ¿por qué no hacerlo tú?"
La boca volvió a negar.
El pasado asomó su cabeza de detrás de la columna en la que había estado escondido durante todo ese rato, se acercó a la boca y la cosió. Después se giró hacia donde estaban las otras dos palabras y pegándoles una patada les preguntó: "¿Es que vosotras nunca aprendéis?"
Las palabras liberadas por los ojos y las manos se fueron abrazadas calle abajo, mientras la boca se quedaba cosida por el pasado.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)