miércoles, 6 de octubre de 2010

Se acabó el sueño

Dos largas respiraciones, suspirando gélidas olas con olor a verano. Saboreas el olor a gasolina palpando la viscosidad de una siesta mal dormida, mientras ves todo desde una perspectiva diferente, sintiendo la música en la palma de tus manos, el sudor recorriendo tu cuerpo y tus piernas temblando. Y no quieres parar.
No sabes dibujar esa sonrisa, y unas gotas rojas recorren un tercio de tu cuerpo para acabar saliendo por tus ojos.
Y esperas a que lleguen las siete para poder despertar otra vez, intentando reunir las ballestas de los soldados aprisionados; esos que sólo gritan y temen tanto como tú, cuando pierdes el conocimiento al rasgar tu vestido favorito.
Dependes de tu huida o el arrastre protector.

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