Hay un calendario chino que me hace pensar y me recuerda ideas borrachas. Borrachas y absurdas. Absurdeces soñadas.
Y sueños.
Sueños no clasificables, confusos e imprecisos en el presente.
Presente, futuro y pasado. Todo tiene un pasado y un presente, pero no necesariamente un futuro. Ni negro, ni blanco, ni rojo.
¿Y tú? ¿Y yo?
Que me invento mi lenguaje y mi idioma, que me invento mi manera de soñar.
Lástima de los finales, que sólo existen al final.
La complejidad y el interiorismo personal. Tengo una pregunta.
Una o mil.
De momento el siete es un número importante y Mayo una línea final. Entre medio no existe nada, más que el presente que quiere jugar.
Dime, ¿juegas?
Dime, ¿qué quieres saber?
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