miércoles, 28 de octubre de 2009

Hay veces

Hay veces que es necesario enojarse, irritarse, enervarse...
Hacía tiempo que no lo hacías y ya te daba igual. Lo que sea. Al final acabas sacando punta una y otra vez a un lapiz, que cada vez es más y más pequeño.
Tal vez es el momento, tal vez ahora te des cuenta de todo y dejes de repetir la historia interminable en tu cabeza, una y otra vez. O no. Seguramente, mañana cuando te levantes, te volverás a poner esa venda morada en los ojos, creyendo que los lápices sonríen y expulsan una luz infiníta que, algún día, puede que llegue a alumbrar tu camino. Creyendo que tus zapatillas no están muertas y que te llevarán a un mundo original donde en las hogueras se asen cerdos sonriéntes.
Y esa voz, y tu sonrísa embarrada que se va apagando otra vez.
Tú, que prodigas a los cuatro vientos que hay que abrirse de mente, eres incapaz de abrir tus ojos siquiera; mejor cállate y cuando sepas escuchar, ver e interpretar tu mundo, entonces, podrás hablar y decir lo que piensas.

Sí, hay veces que es necesario enorjarse, irritarse, enervarse...

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