Hay momentos y días. Y de repente, lo ves todo tan real, tan claro, tan... ¿rectangular? Es así.
Las formas redondas que antes invadían tu vida, se han convertido, sin previo aviso, en cuadrados perfectos. Cuadrados y rectángulos con sus angulosas esquinas de los que pueden llegar a salir triángulos con puntiagudos vértices, capaces de sacarte un ojo si te acercas demasiado.
Y es cuando te das cuenta de que has metido el dedo en el enchufe, que te has caído del columpio, desde el que te balanceabas y simulabas volar, a un suelo duro y curiosamente también rectangular.
Y te preguntas dónde estarán, a dónde habrán escapado esas formas redondeadas a las que te habías acostumbrado, a las que tanto tiempo habías abrazado.
Volverán, lo sabes. Algún día, muy a tu pesar, volverán. Pero siempre para volver a marcharse otra vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario